jueves, 6 de mayo de 2010

(Parte del discurso de Rabí Ovadia Yosef, Shlit”a, conmemorando el día de los caídos del ejército de defensa de Israel –Tzaha”l-)

Está escrito en el Talmud (Baba Batra 10b) Los muertos de Lod, ninguna criatura puede alcanzar su altísimo nivel espiritual. Se refiere el Talmud a los hermanos Papos y Lulianos; ocurrió entonces, que la hija del soberano fue hallada muerta y los gentiles hicieron caer sus sospechas sobre los judíos, por lo que decretaron un exterminio colectivo sobre todo el pueblo. Fue entonces que estos dos hermanos Papos y Lulianos se sacrificaron por todo el pueblo de Israel y declararon –falsamente- que ellos habían cometido el crimen, y el rey los mató a ellos y así anuló el decreto que pendía sobre todo el pueblo. Sobre estos dos hermanos afirmaron nuestros sabios que ninguna criatura puede alcanzar su nivel espiritual en el mundo venidero.

Indudablemente esta afirmación del Talmud aplica también a los caídos de Tzaha”l enterrado en la tierra de Israel que ofrecieron sus propias vidas en defensa de su pueblo y de su tierra, quede su espíritu grabado en los campos de la vida eterna.

Ya en una ocasión, el gran erudito Rabi Shlomo Zalmen Awuerbaj z”l le comentó a uno de sus allegados, que las personas en lugar de hacer un largo camino hasta las tumbas de los grandes Tzadikim –Justos-, deberían saber que también en este monte vecino –el monte Hertzel, vecino a la localidad de Bait Vagan en que residía Rab Awuerbaj z”l), hay tumbas de almas puras y santas.

Nuestro pueblo se habituó al sufrimiento y las lágrimas, ríos de sangre de nuestros hermanos fue vertido impunemente como el agua, con una furia inusitada fuimos perseguidos, y desde la destrucción del segundo Templo sagrado y la expulsión del pueblo de Israel de su tierra, la sangre de nuestro pueblo fue derramada arbitrariamente, trataron de borrar el nombre del pueblo de Israel de la faz de la tierra. Un eco celestial –como afirma el Talmud- clama tres veces por día: Pobre de MI! Que he destruido mi casa, he quemado mi santuario y exilié a mis hijos entre las naciones! Siempre fuimos objeto del odio gratuito de los gentiles ¡Cuántas comunidades fueron arrasadas cruelmente con las cruzadas y la inquisición! Por último, la gran tragedia del holocausto en el que perecieron seis millones de judíos, entre ellos grandes justos y eruditos de la generación. E incluso en la actualidad, los ataques de los árabes palestinos contra nuestros soldados, y ya afirmaron nuestros sabios (Rosh Hashana 23ª) Pobres de aquellos gentiles que no tienen arreglo.

Y dicen nuestros sabios (Yalkut Shim´oni, Parashat Shemot), que el Eterno sumerge sus “ropas” en la sangre de todos aquellos que fueron asesinados por los gentiles hasta teñirla en un rojo intenso, y cuando llegue el día del juicio final se investirá con aquel ropaje y se presentarán ante El los cuerpos de todas las víctimas de la crueldad de los pueblos y con justicia rectora tomará venganza y los abatirá y los destruirá, como está escrito: Juzgará a los pueblos y todos sus cuerpos.

El día de hoy debe de servirnos no solamente como un día en que recordamos a los caídos en defensa de nuestra patria, jóvenes cuya pérdida causa un dolor es tan profundo como la pérdida del sagrado templo, sino debe ser también un día de autoanálisis, de esfuerzo personal para retornar a nuestras fuentes, a la Torá y las buenas acciones, educar a nuestros hijos en la Torá, como afirma el versículo: Tornad a Mi y tornaré hacia ustedes. Cuantas de aquellas victimas cayeron para que nuestro pueblo pueda continuar fiel a su Torá, y cuántos se inmolaron santificando el nombre de D-os pues no aceptaron renunciar a su fe. Por ello, seguramente con su muerte nos dejaron como herencia la vida eterna, la vida de Torá, como afirma Rabbenu Sa´adia Gaón z”l nuestro pueblo nos es un pueblo sino con su Torá.

El mérito de estos caídos de Tzaha”l en defensa de nuestra sagrada tierra junto con todos aquellos hombres santos de Israel, se erigirá por siempre para proteger a sus familiares y ellos se presentarán ante el Eterno para pedir por su pueblo, que cesen sus angustias y sufrimientos, como está escrito: No se pondrá ya tu sol y tu luna no se apartará, pues D-os será para ti una luz eterna y terminarán los días de tu duelo. Y asimismo se cumplirá en nosotros el versículo que dice: Y pondré un lugar para mi pueblo Israel, los plantaré y habitaré con ellos y ya no los afligirán los inicuos como lo hicieron en un principio. Y será convocada la salvación en nuestras murallas y nuestros portones serán ensalzados. Y nuestros ojos verán la construcción de nuestro sagrado templo, que ya no será asolado y sus bases serán eternas, todas sus cadenas no podrán cortarse. Y está dicho: Pues el día de la venganza está en Mi corazón y el año de la redención ya llega; quién dará desde Tzion redención a Israel, al hacer tornar el Eterno el exilio de Su pueblo, se endichará Ya´acob y se alegrará Israel.

Y el espíritu de la impureza será eliminado de la tierra, y llegará a Tzion el redentor pronto en nuestros días, Amen.

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