
La aportación hispanojudía a la cultura ha sido de primera magnitud: poetas, gramáticos, sabios, médicos, astrólogos, lingüistas, filósofos, traductores trabajaron aislados en su comunidad o protegidos por emires y reyes. Utilizaron el árabe, el hebreo, el hispanojudío y las lenguas locales, sobre todo el castellano, en sus escritos.
La producción cultural hispanojudía se movió en dos direcciones temáticas y estilísticas —con todas las salvedades que una afirmación de esta naturaleza comporta— en el Sur se cultivó la poesía y las disciplinas artísticas, y en el Norte la cábala y la filosofía.
Incluso en los tiempos difíciles grandes personalidades hebreas destacaron en las ciencias y en las artes. El filósofo, médico y poeta prolífico Yehudá Ha-Leví (Tudela 1086-Israel 1141) pasó por varias ciudades, entre ellas Córdoba y Toledo, donde fue protegido del rey Alfonso VI. Escribió en hebreo y árabe. Su poema de contenido religioso Himno de la Creación es uno de los más significativos. Creó un género nuevo, las siónidas muchas de estas poesías figuran en el ritual litúrgico de los judíos españoles. El exegeta bíblico Abraham ibn Ezra (Tudela 1092-Calahorra 1167) pasó varios años viviendo en Córdoba y Lucena y viajó por el norte de África y Europa. Profundo conocedor del árabe, tradujo al latín las obras de los sabios árabes para difundirlas por Europa. Como exegeta bíblico escribió Comentarios al Pentateuco, libro muy leído en la Edad Media y que fue objeto de otros comentarios; como lingüista hizo el primer intento por sistematizar una gramática hebrea, y como matemático desarrolló una labor divulgadora. El preceptista Moisés ibn Ezra (Granada 1060-1135) era de familia ilustre. Tuvo que emigrar y vivió en Zaragoza, Barcelona y Toledo, pero siempre añorante de Granada. Su Libro de la consideración y del recuerdo, escrito en árabe, es el único tratado de preceptiva poética de la literatura hebrea medieval. El viajero y comerciante Benjamín de Tudela (Tudela 1130-1175) escribió una detallada relación de sus viajes, con importantes datos sobre Babilonia y la geografía e historia de los países que recorrió. El astrólogo y médico Moisés Sefardí (Huesca 1062-1135) fue, además de médico de Alfonso I, rey de Aragón, un hombre de ciencia que desarrolló una gran actividad para que se privilegiaran los estudios del Cuadrivium, más científicos y verificables que los poéticos y literarios del Trivium. Elaboró unas tablas de astronomía, hoy perdidas, basadas en fuentes árabes y base de los estudios astronómicos posteriores. El cabalista Moisés de León (León 1240-1290) es el autor de Esplendor (Zóhar), la obra más importante de la cábala. Contrario a la filosofía aristotélica, y para frenar su influencia, escribió este comentario al Pentateuco, en el que se expone que, dado que es imposible conocer a Dios, éste se revela por medio de los diez sefirot, que son manifestaciones de su sustancia. De Sem Tob (Soria, ¿1300-?), a pesar de sus pocos datos biográficos, se sabe que vivió en Carrión, donde compuso sus Proverbios morales, un conjunto de reflexiones morales inspiradas en apotegmas hebreos escritos en castellano y en forma de poesía rimada. León Hebreo (Lisboa 1465-Italia 1521), asentado en Toledo, tras la expulsión fue a Nápoles. Escribió en hebreo, castellano e italiano. Su obra más importante es Diálogos de amor, escrita en italiano y de claro contenido neoplatónico. Influyó en los grandes escritores del Renacimiento, como Castiglione, Bembo y, sobre todo, en Spinoza y Cervantes.
Pero sobre todos se alza la figura de Maimónides. Filósofo, talmudista y médico, nació en Córdoba en 1138 y murió en Egipto en 1204. Aunque en 1148 aparentó una conversión al Islam, los acosos de los almohades le hicieron abandonar la España musulmana y huir a Fez; después fue a Palestina y por último a El Cairo, donde vivió casi hasta su muerte ganándose la vida con el ejercicio de la medicina y siendo el jefe de las comunidades judías en Egipto. En su época gozó de gran renombre y es el autor judío indiscutible en la cultura europea por su obra filosófica. Destacan en sus escritos la claridad expositiva y la sistematización. Sus obras de medicina fueron traducidas al árabe, al latín y al judeoespañol. Sus estudios talmúdicos le han hecho para el judaísmo la principal figura posbíblica (De Moisés a Moisés [Maimónides], no hubo otro Moisés, se afirmaba ya en su tiempo). La guía de perplejos es su obra filosófica por excelencia, en la que trata de establecer la armonía entre fe y razón.
La aportación hispanojudía a la cultura ha sido de primera mag-nitud: poetas, gramáticos, sa¬bios, médicos, astrólogos, lingüistas, filósofos, traductores trabajaron aislados en su comunidad o protegidos por emi¬res y reyes. Utilizaron el árabe, el hebreo, el hispanojudío y las lenguas locales, sobre todo el castellano, en sus escritos.
La producción cultural his¬panojudía se movió en dos direcciones temáticas y estilísticas —con todas las salvedades que una afirmación de esta natura¬leza comporta— en el Sur se cultivó la poesía y las disciplinas artísticas, y en el Norte la cábala y la filosofía.
Incluso en los tiempos difíciles grandes personalidades hebreas destacaron en las ciencias y en las artes. El filósofo, médico y poeta prolífico Yehudá Ha-Leví (Tudela 1086-Israel 1141) pasó por varias ciudades, entre ellas Córdoba y Toledo, donde fue protegido del rey Alfonso VI. Es¬cribió en hebreo y árabe. Su poe¬ma de contenido religioso Him¬no de la Creación es uno de los más significativos. Creó un gé¬nero nuevo, las siónidas mu¬chas de estas poesías figuran en el ritual litúrgico de los judíos españoles. El exegeta bíblico Abraham ibn Ezra (Tudela 1092-Calahorra 1167) pasó varios años viviendo en Córdoba y Lucena y viajó por el norte de África y Europa. Profundo co-nocedor del árabe, tradujo al la¬tín las obras de los sabios árabes para difundirlas por Europa. Como exegeta bíblico escribió Comentarios al Pentateuco, li¬bro muy leído en la Edad Media y que fue objeto de otros co¬mentarios; como lingüista hizo el primer intento por sistema¬tizar una gramática hebrea, y como matemático desarrolló una labor divulgadora. El pre¬ceptista Moisés ibn Ezra (Gra¬nada 1060-1135) era de familia ilustre. Tuvo que emigrar y vivió en Zaragoza, Barcelona y Tole¬do, pero siempre añorante de Granada. Su Libro de la consi-deración y del recuerdo, escrito en árabe, es el único tratado de preceptiva poética de la litera¬tura hebrea medieval. El viajero y comerciante Benjamín de Tudela (Tudela 1130-1175) es¬cribió una detallada relación de sus viajes, con importantes da¬tos sobre Babilonia y la geogra¬fía e historia de los países que recorrió. El astrólogo y médico Moisés Sefardí (Huesca 1062-1135) fue, además de médico de Alfonso I, rey de Aragón, un hombre de ciencia que desarro¬lló una gran actividad para que se privilegiaran los estudios del Cuadrivium, más científicos y verificables que los poéticos y li¬terarios del Trivium. Elaboró unas tablas de astronomía, hoy perdidas, basadas en fuentes árabes y base de los estudios as¬tronómicos posteriores. El ca¬balista Moisés de León (León 1240-1290) es el autor de Esplendor (Zóhar), la obra más im¬portante de la cábala. Contrario a la filosofía aristotélica, y para frenar su influencia, escribió este comentario al Pentateuco, en el que se expone que, dado que es imposible conocer a Dios, éste se revela por medio de los diez sefirot, que son manifes-taciones de su sustancia. De Sem Tob (Soria, ¿1300-?), a pe¬sar de sus pocos datos biográficos, se sabe que vivió en Ca¬rrión, donde compuso sus Pro¬verbios morales, un conjunto de reflexiones morales inspiradas en apotegmas hebreos escritos en castellano y en forma de poe¬sía rimada. León Hebreo (Lis¬boa 1465-Italia 1521), asentado en Toledo, tras la expulsión fue a Nápoles. Escribió en hebreo, castellano e italiano. Su obra más importante es Diálogos de amor, escrita en italiano y de claro contenido neoplatónico. Influyó en los grandes escritores del Renacimiento, como Casti¬glione, Bembo y, sobre todo, en Spinoza y Cervantes.
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